En la actualidad vivir ‘corriendo’ la tónica de la rutina de millones de personas en el mundo. Y es que el estrés propio de esta sociedad moderna, que se relaciona para todo desde la inmediatez, ha provocado que llevemos esta práctica a escenarios bastante más importantes e íntimos.
Uno de ellos son las relaciones sexuales cuando se está en pareja, sobre todo aquellas que llevan varios años juntos. Los clásicos ‘rapiditos’ (o “quickies” ) pueden convertirse en algo habitual para aquellos que no logran descansar ni un minuto en pos del trabajo y otras responsabilidades.
Es por eso que durante los últimos años ha surgido una tendencia que nos invita a disfrutar del sexo de una manera mucho más relajada y consciente, lo que han denominado como “slow sex” o “sexo sin prisa”.
Este movimiento comenzó con la comida, como una forma de familiarizarse con todo el proceso que implica comer. La preparación de los alimentos, los ingredientes que se utilizan, la forma de saborearlos y la compañía en que se disfrutan, son las diversas etapas que contempla el “slow food”, cuestión que se intenta imitar en el ámbito sexual.
En términos simples, esta tendencia propone vivir el sexo de manera integral, ralentizando la relación para disfrutar de todas las etapas que incluye, sin tener como único objetivo la penetración apresurada. Un enfoque arraigado en la filosofía tántrica, donde la meta está en descubrir lo glorioso en todo el proceso.
Y es que esto ocurre principalmente porque en la cultura occidental, el coito se toma como una actividad basada en el desempeño, creando una presión innecesaria en ambos sexos. Los hombres tienden a preocuparse de no terminar demasiado rápido y algunas mujeres se sienten inseguras y no logran llegar al orgasmo.
Según un estudio publicado en 2008 en la Revista de Medicina Sexual de Estados Unidos, una relación sexual adecuada duraría de 3 a 7 minutos y una deseable se ubicaría entre los 7 y 13 minutos. En la otra vereda, un encuentro demasiado corto sería de 1 a 2 minutos y uno demasiado largo superaría los 10 minutos.
Cabe señalar que en estas métricas solo se mide el acto sexual con penetración hasta la llegada al orgasmo, y no incluye la popularmente llamada ‘previa’.
Los autores de la investigación, Eric Corty y Jenay Guardiani, de la Universidad de Erie, Pensilvania, entrevistaron a 50 expertos de la Sociedad de Investigación y Terapia Sexual, abarcando sexólogos, terapeutas sexuales, psicólogos y psiquiatras, quienes han estudiados miles de casos relacionados.
De ellos, un 68% coincidió en los tiempos anteriormente mencionados, sin embargo, también indicaron que muchos hombres y mujeres señalaban que deseaban tener relaciones sexuales de 30 minutos, en promedio.
Este antecedente, reafirma la necesidad de ir más allá del sexo ‘animal’ y tomarse el tiempo para todo lo que se desee hacer. No se trata de simplemente retrasar la eyaculación, el “slow sex” propone que se tome el sexo como una experiencia sensorial, aunque sin necesidad de caer en el romanticismo o en la ‘cursilería’.
Otro punto importante, principalmente en las relaciones heterosexuales, es que a diferencia del hombre, la mujer necesita bastante más tiempo para excitarse, lo que puede significar un problema sobre todo en relaciones de larga data, puesto que el juego hormonal que se desata cuando recién estamos conociendo a una persona se normaliza y la tarea se vuelve un poco más difícil.
De acuerdo a la doctora Debbie Herbenick, especialista en sexualidad, “las mujeres necesitan una media de 10 a 20 minutos para estar suficientemente excitadas para el clímax, dependiendo del método y de cada mujer”. Algo en lo que coincide un artículo de la revista Men’s Fitness, donde la psicóloga Belisa Vranich, señala: “Que una mujer esté mojada, no quiere decir que se encuentre cerca del clímax”.
En tanto, en su libro Slow Sex, la autora Diane Richardson, profesora y practicante de terapias corporales holísticas, y discípula del maestro tántrico Osho, recomienda que uno de los aspectos fundamentales del “sexo sin prisa”, son el cambio de posturas manteniendo el mismo eje de conexión genital, para que así los movimientos, profundidades y ritmos de las pelvis generen nuevos estímulos. El objetivo sería ir variando cada vez que se está cerca del orgasmo para así prolongar su llegada pero de una manera integrada y relajada.
En la misma arista, Herbenick recomienda cuatro prácticas que podrían facilitar el “slow sex”.
- Mirarse: Lo primero sería mirarse a los ojos unos 10 minutos, pero no como si fuera un concurso de ‘quemaditas’, sino que de una manera más suave y mirando al ojo no dominante de la otra persona, es decir, si tu pareja es diestra mira su ojo izquierdo. También puedes incluir una sonrisa cálida. Es seguro que en comienzo te costará, pues no estamos acostumbrados a mirar profundamente a los ojos.
- Respirar juntos: Una vez que ya estén cómodos mirándose a los ojos, deja que tu respiración llegue naturalmente, inhalando y exhalando por la nariz, si es posible. Así, su pareja inconscientemente ajustará su propia respiración para que coincida, ahora sí no ocurre así, pueden poner una mano sobre su corazón para ayudarse.
- Abrazarse y tocarse durante un tiempo: Unos treinta minutos pueden ser suficientes para estimularse con caricias corporales, incluso pueden besarse pero sin pasar al tercer grado de una vez. Ahora, si estás menos o más tiempo, es un detalle, la idea es que lo disfruten de manera natural, explica la experta.
- Utilizar aceites, aromatizadores o similares: Pueden recurrir a alguna crema o aceite para realizarse masajes mutuamente, pero desde la cintura hacia arriba y con una presión moderada. También pueden frotar su pecho sobre la espalda de cada uno.